PESCA CON CUCHARILLA. TÉCNICA GENERAL
Trataremos en esta ocasión de uno de los métodos más utilizados para la pesca de la trucha, especialmente referido a las cucharillas giratorias.
La técnica es relativamente sencilla y su efectividad totalmente contrastada a lo largo de muchas décadas.
Inventadas por J.T. Buel en torno al año 1.826, a pesar de las múltiples variaciones sufridas a lo largo de los años, sus principios fundamentales continúan siendo los mismos: una paleta más o menos elíptica u oval, atravesada por un eje longitudinal , la cual , lanzada al agua, adquiere un movimiento de rotación ,conforme vamos recogiendo el hilo. De esta forma, simula un animal con vida, que la trucha puede atacar cuando pasa por su territorio de caza.
No está muy claro el motivo de ese ataque. Algunos autores opinan que se produce con el objeto de comer (como si de cualquier insecto acuático se tratase), mientras que otros opinan que se trata de una simple cuestión de territorialidad (sería, en este caso, un pequeño animal invadiendo sus dominios). Tal vez sea una combinación de ambos motivos o bien cualquiera de ellos dependiendo de la ocasión, aunque todo esto, a efectos de su pesca, no tiene mayor relevancia.
Los materiales
La caña: de longitud comprendida entre 1,30 m. hasta más de 2,00m. dependiendo de los ríos que vayamos a pescar, ligera y suficiente para el esfuerzo requerido, es decir, una acción adecuada al peso de las cucharillas. En el mercado actual, todas las marcas ofrecen multitud de modelos apropiados a precios asequibles.
El carrete: abierto o cerrado, construido en materiales de buena calidad, apropiado en peso para la caña y con recuperación rápida. Especialmente importante este dato, sobre todo cuando pescamos aguas arriba, necesitando mucha velocidad para recoger la cucharilla y que trabaje bien.
El hilo: resistente y fino, al objeto de obstaculizar en la menor medida posible el lance y la acción de la cucharilla al recogerla. Con los materiales de hoy en día es más sencillo. Por ejemplo con el nanofil, que permite usar diámetros inferiores al 10.
Cada año vemos novedades de mayor calidad, que nos hacen más fácil la acción de pesca, llegando a resistencias muy aceptables con diámetros impensables hace pocos años.
Las cucharillas: alargadas, redondeadas, lisas, con vistosos tonos, reflejos, etc. Y dentro de cada modelo, con diferentes tamaños representados por un número, correspondiendo el cero a las más pequeñas y continuando con el 1,2,3….según aumenta su tamaño.
Los colores fundamentales en cucharillas lisas son cuatro: oro, plata, cobre y negro, utilizando las dos últimas en ríos de aguas transparentes, el plateado cuando bajan turbias y el color dorado en cualquier ocasión , dependiendo de su brillo.
En lo concerniente a la decoración de la paleta, opinamos que influyen mucho los gustos del pescador, predominando el rojo (bien sea en puntos o líneas), pudiendo discutir hasta la saciedad si aumentan la eficacia o resultan indiferentes. Hemos tratado con grandes pescadores que sólo usaban los cuatro colores básicos de cucharillas lisas, obteniendo resultados excelentes.
La acción de pesca: tal vez la parte fundamental sea el lance. La cucharilla deberá lanzarse de forma precisa, de tal modo que caiga con la mayor exactitud posible en el lugar que nosotros deseemos. Suavemente, sin estrépito, comenzando inmediatamente a “funcionar”.
El trabajo, bien realizado, de una cucharilla debe pretender que viaje cumpliendo su cometido a través del mayor trayecto que podamos realizar. Siendo muy diferente la forma de enfocarlo según pesquemos desde el interior del río o desde la orilla.
Como en cualquier otro método, buscaremos la pieza de forma diferente según pesquemos a principio de temporada (tiempo frío, aguas altas y frecuentemente turbias) o bien lo hagamos en pleno verano (aguas bajas, claras y temperaturas calurosas).
Aunque los lugares-tipo son muy similares, independientemente del cebo que se vaya a utilizar, conviene en los primeros meses del año no insistir en las corrientes demasiado fuertes o violentas al contrario que en verano, cuando ya pueden tentarse en plena corriente.
Si pescamos desde la orilla, debemos realizar lances hacia el borde opuesto y corriente arriba (un ángulo aproximado de 45º es suficiente), sin olvidarnos de intentarlo sobre nuestro mismo lado, cuando los árboles y la vegetación lo permiten.
Cuando lo hacemos desde el interior del cauce, pescaremos preferentemente remontando la corriente, con lances en abanico, a uno y otro lado intentando capturar antes las truchas más próximas a nuestra posición y a continuación las más lejanas.
Cuando estamos en lagos o embalses es importante conocer la zona. Las orillas, obstáculos como ramas, árboles hundidos, rocas que levanten, cauces de ríos sumergidos… todo ellos deben ser recorridos con calma.
No queremos insistir demasiado repitiendo lo común a otras modalidades de pesca: prestemos sumo cuidado al remanso donde finaliza una corriente, a los obstáculos que sobresalen del río, al lado de las raíces que sirven de refugio, a la vegetación acuática etc. En definitiva, a todos aquellos lugares que nos parecen favorables, y que no necesitan explicación para el pescador, tras muy pocas jornadas de río.
Todo lo demás será un continuo aprendizaje y perfeccionamiento, tanto en la precisión del lance como en intuición para reconocer los lugares más propicios.