Corvinas en Coruña y Sada

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Pesca de corvina en la ría de Coruña y Sada

Mientras tuvimos la suerte de que echaron abajo la ley que nos prohibía la pesca en las rías pude disfrutar de un par de años buscando unas piezas que me han dado varias buenas alegrías.

En verano tuve el primer encuentro con una corvina. En una zona que conocía bien, en las últimas horas del día, pescando a la espuma me encontré con una silueta que no reconocía y no había visto nunca. Fue en la Insua, una punta que hay a la salida de Canaval. Con una capa de agua sucia, casi negra, y muy caliente. Típica de verano con termoclinas marcadas, y haciendo acechos a los sargos que comían en la espuma. De repente, justo tras una visera, veo una cabeza rara. Sólo veía la cabeza, el resto del cuerpo me lo tapaba la piedra. Era un pez grande, muy grande, y que me deja llevar el fusil hacia él. Lo tengo enfilado, con la varilla a menos de un metro y dándolo ya pormuerto, sigo sin distinguir qué especie es. Detrás aparecen unos sargos muy gordos, pasaban de los dos quilos, y mientras los veía a lo único que me recordaba esa cabeza es a una salpa o algo así. Es entonces cuando se me ocurre la idea de bombero: aparto el fusil y enfilo a los sargos. Entonces viene un pequeño golpe de mar que me echa un poco más hacia ese “pez no identificado” Es ahí cuando te das cuenta de la estupidez que acabas de cometer. Tras la visera aparece un cuerpo fuerte, con tonos pardos y una preciosa línea marcada a lo largo, de puntitos brillantes. ¡Pedazo corvinón! Le calculo unos 15-20kg. Da un coletazo y me quedo mirando para el agua negra como un bobo.

Crovina

Podeis imaginar los sapos y culebras que salieron de mi boca. Tanta mala leche que hasta me olvidé de los sargos que había por detrás. Por supuesto, me subí a la barca y fui para casa, sin olvidar esa silueta en todo el año.

Con la esperanza de volver a verla, regresé a esa zona día sí y día también, y ni rastro. Es cuando ya se empieza a perder la ilusión que regresa de golpe. En este caso en forma de un banco de corvinas. Eran muchas, todas iguales de tamaño y dando vueltas en redondo en un pozo. Una zona que la gente conoce bien, porque todos hemos pasado por allí mil veces, en la caída de dentro de A Marola. La parte de la izqda mirando mar adentro, con una laxe que cae a algo más de agua. Allí estaban. Hago la picada y caigo sobre ellas despacio. Ni se mueven, siguen a su aire dando vueltas. Apunto a la cabeza de una y  disparo. El varillazo es un poco atrasado y empieza a tirar con fuera. Sin duda es lo que más me impactó de estos animales, la fuerza que tienen. No fue una arrancada demasiado rápida, pero sí recuerdo que no había forma de pararla. Tiré del nilon para buscar girarle la cabeza y orientarla, pero no frenaba, con el riesgo de romperlo. Entonces arranqué hacia ella. Sobra decir que no llevaba carrete (no suelo usarlo nunca), fui avanzando por el hilo hasta poder agarrarla. Una mano a la agalla, y notar cómo presionaba. Me dolía pero ni de broma la iba a soltar. El pinchapeces para rematarla y entonces el acelerón de tenerla. Ya estaba muerta y era mi primera corvina. Pesó 9.800kg.

Es a raíz de esto cuando ya me obsesiono con ellas. Me informo, hablo con diferentes pescadores, tanto submarinos, como de caña y profesionales. Me van dando datos: zonas, fechas y detalles. Todos señalan a sus preferencias por las zonas de interior de ría, de agua caliente, con mucha vida.
Las busco entonces en la ría de Sada. Por sus dos lados, tanto de Lorbé, Carnoedo y Sada como por el otro. Miño, Perbes, Ares, Mirandas y Coitelada. Muchos días pescando, sin ver ni una.

Hasta que otra vez las vuelvo a encontrar. Es haciendo una picada en agua sucia, muy sucia en superficie. Y según pasabas los cinco metros clareaba. En el momento del golpe de riñón escucho un coletazo, retumbó todo alrededor. Y al llegar al fondo me encuentro con una bonita grieta. Por supuesto pensé en un buen robalo allí durmiendo que había escapado. Una nueva picada, me tumbo en el fondo haciendo una espera y llamándolo, y retumba todo a mi alrededor. Un sonido similar a los grandes bancos de salpas, pero muchísimo más fuerte. Y de repente me veo rodeado de corvinas. Nuevamente todas iguales, sobre los diez quilos. No podría decir exactamente cuántas habría. 200, 500… no lo sé. Y no es una exageración propia de pescador, es sin duda la imagen más bonita que recuerdo de la pesca submarina hasta hoy en día. Esperaba a ver si entraba alguna más grande, pero eran todas iguales. Le apunto a una, para dejarla seca y poder sacar más. Disparo y cae redonda, sin ningún movimiento, llegando al fondo. El resto siguen nadando sin inmutarse. Y es aquí donde las recuerdo bien, una forma extraña. Imaginamos la corvina estirada, elegante, y sin embargo nadaban como encorvadas, sin apenas movimientos, y esos puntos brillantes a lo largo. Subo a la superficie y agarro la pieza. Quedó totalmente seca, tanto que no había manera de sacarle la varilla. Atravesando la cabeza (sin salir de todo la aletilla) por mucho que tiraba no se movía. Peleé todo lo que pude sabiendo que perdía la oportunidad de otra pieza. Cuando por fin puedo llevarla a la cintura, cargar y bajar, solo veo dos colas alejándose. Un tiro malo y que únicamente heriría a la pieza, sin matarla. Las dejo y me pongo a buscarlas por la zona, sin suerte.

Sigo buscándolas en los siguientes días. Las escucho alguna vez, pero no las consigo ver. Hasta que otro día la misma escena, con el mismo resultado. Varias corvinas a mi alrededor y capturo otra. Esta vez no me dan más opción aunque puedo bajar rápidamente.

Corvina 1

Y ya la última que pude pescar en esta zona. Cerca de Coitelada. De nuevo buscando lubinas, veo escapar una sombra a lo lejos. Hago esperas entre canales, a muy poca agua, y me entra una mancha, a toda velocidad hacia mí. Pasa al lado y únicamente puedo disparar al bulto. La cuerda se tensa y el pez escapa hacia el otro lado del canal. El nylon se destensa, ya no tira. Nado rápido hacia donde está la varilla y veo a la corvina subiendo a superficie y bajando hasta el fondo, rascándose contra el fondo, y vuelta a la superficie. Es una buena pieza, bastante más que las anteriores. Está atravesada por el medio y medio. No va a escapar. Solo pienso en que no rompa el nilon en la unión con la varilla. Por fin la agarro y la remato. Las manos me tiemblan al volver a la barca. Cuando la subo a la embarcación quedo mirando para ella un rato, hasta que vuelve mi compañero. Después quedamos los dos como tontos mirando para ella. Pesó 15kg.
Finalmente el último encuentro que pude tener con una corvina, fue en Ferrol. Cerca de las Illas Gaveiras. Haciendo esperas a las lubinas, que me entraban entre el alga desde un cabezo, cuando miro al otro lado, ahí tengo un ojo mirándome. Es sin duda la corvina más grande que he visto. Le calculo más de 30kg, pero no me dio ninguna opción. Fue verla, intentar girar el fusil, y dejar de verla. Hubiese sido mi mejor pieza.

Después nos volvieron a la vieja ley, prohibiendo las rías. Aunque como esperanza me queda que otros pescasubs capturaron algunas por Ferrol y Coruña. Insua, Seixo Blanco, Coitelada, Prior o Prioriño las han vuelto a dar. Así que igual que as meigas, habelas hailas, o caso e dar con elas.
A ver si este verano vuelve a haber suerte.

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